Esos amigos raros, de los que
se sientan en la esquina, lían
tabaco y comen repugnante
comida frita. Que hablan
de Deleuze, Derrida, que van
a los bares y les llaman por su mote.
Unos amigos a los que les falta
-a cada uno- un trozo,
amigos a pedazos, buscando:
seguridad en sí mismos,
bajarse el ego, des-aburrirse,
un diente, iniciativa, superar
el trauma, olvidarse como niños,
borrar el contacto del ex, cantar
a capela en la ducha, una madre,
dejar la droga, respirar
profundamente, cuidar al otro.
Otros amigos que saben
ser parte de la forma,
los que se sientan en el medio y son
tan ridículamente el oblicuo
de los marginados; pero también con ira
suspenden el examen, fracasan en relaciones,
tienen un hermano que les ignora,
se tiran del pelo al despertar, llevan
un cepillo de dientes
en el bolso (apenas lo usarán)
y con todo,
es tan
imprevisible saber qué cañón despertará
a qué bestia
es tan
imprevisible saber cómo la calmarán
unos a otros,
muchos a mí
lo sé,
aunque al final nunca
me aparten a tiempo,
o yo elija volver por municiones,
todos lo volverán a intentar, será
un tú a tú,
we as a group
pero también un yo
a través de lo aprendido de todos ellos
sobretodo
por la promesa de
no pertenecer a un grupo grande
pertenecer a muchos,
conocer en cada puerto a alguien
que te recuerde la liberté que
(en todo caso) abanderas.
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