No pensábamos en un "para siempre" pero tampoco veíamos el fin. Nuestra relación era como el mar, redonda, pero no infinita.
El mundo dejó de ser negro, dejó de ser precipicio, oscuridad, miedo.
Tu me enseñaste el amarillo alegre y yo te insinué mi tristeza azul, y ahora míranos. Poco a poco cogiste la paleta y nos enseñamos a hacer un color claro y suave, un color equilibrado, verde.
Con el lienzo vacío, vuelvo a ser el melancólico azul, y a tú ese amarillo vibrante y en paz. Y ni siquiera son los que eran.
Yo ya no sé cómo se pintaba con los dedos, ensunciándome la vida.
Sólo me queda el pincel de la duda. Sólo te queda la duda de mi pincel.
Llego al punto de quedar saciada pero insatisfecha.
Me paso para agradecerte tu comentario.Si antes me halagaba, ahora mucho más. Tu blog,¡original es poco!
ResponderEliminarMe ha encantado la entrada, ya cuentas con una seguidora más.
Un beso.
http://lachicaconojosclaros.blogspot.com.es/